La percepción social de la esterilidad en Europa presenta grandes diferencias. La mayoría de los pacientes italianos, irlandeses y alemanes consideran que en su país los tratamientos de reproducción no están socialmente aceptados, mientras que sólo un 33% de los españoles y un 36% de … los británicos lo cree. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio que Institut Marquès presenta en el congreso de la Sociedad Europea de Reproducción Humana ESHRE que se celebra en Múnich.
El estudio recoge la opinión de 952 pacientes de 10 países. A las parejas se les entregó un cuestionario el día de la transferencia de embriones, en el que se les preguntaba sobre el grado de confidencialidad con el que viven y comparten este problema en su país. El trabajo revela que vivan donde vivan e independientemente de las restricciones legales y la tradición cultural y religiosa de su país, las parejas con problemas de fertilidad presentan una necesidad común: la de compartir su problema con sus seres más cercanos, aunque lo cuentan sin entrar en detalles sobre el tipo de tratamiento que han realizado.
Tradición cultural y legislativa
La consideración social de la esterilidad está ligada a la tradición cultural y religiosa de cada país y viene también condicionada por el marco legislativo. En Europa existe una gran divergencia, con países restrictivos como Italia o Alemania, donde ciertas técnicas están prohibidas y las parejas que han de recurrir a ellas lo viven con secretismo, frente a otros como España o Gran Bretaña en los que las técnicas de Reproducción Asistida no solo están permitidas por la ley sino que también están cubiertas por el sistema público y presentan un mayor grado de visibilidad social.
Así, en Italia, donde durante los últimos años la ley ha prohibido tratamientos como la donación de óvulos o semen, el 71% de los pacientes consideran que la infertilidad es tabú. En el caso de Irlanda y Alemania este porcentaje es menor pero también significativo, con un 56% y un 60% de los encuestados que consideran que en su país este problema despierta recelos y prejuicios.
Para Marisa López-Teijón, del Institut Marquès y autora del estudio, «en España la situación es mejor que en el resto de países europeos; según estos datos lo relacionamos con el hecho de tener la ley menos restrictiva de Europa y un menor condicionamiento religioso». Sin embargo, prosigue López-Teijón, «en términos generales la esterilidad sigue siendo tabú porque la fertilidad masculina todavía se asocia con la virilidad, porque la maternidad se sigue considerando prioritaria como parte del rol social de la mujer y porque no poder tener hijos aún se ve como una vergüenza más que como un problema médico».
A pesar de estas diferencias entre países, llama la atención que todos los pacientes expresan una necesidad común; la de compartir su problema con su entorno más cercano. Lo comentan con familia y/amigos en porcentajes similares, en una media del 77% de los casos. «La necesidad de desahogarse está ahí, al margen de lo que esté bien visto socialmente. La esterilidad toca aspectos muy hondos del ser humano y verbalizar los sentimientos se acaba haciendo necesario incluso en los contextos más difíciles», afirma López-Teijón.La fertilidad masculina todavía se asocia con la virilidad y la maternidad se sigue considerando prioritaria como parte del rol social de la mujer
Según el estudio, en el caso de las parejas españolas, 8 de cada 10 habían contado en su entorno que estaban haciendo tratamiento. Un 30% lo comentaron a su familia, amigos íntimos y compañeros de trabajo, un 20% a su familia y amigos y un 50% sólo a su familia. Compartirlo es algo que les ayuda a sentirse mejor siempre que sea en la intimidad. Sólo un 17% de los pacientes hablan de su experiencia en foros y redes sociales. Y si se trata de hablar en público, la mayoría (64%) no aceptaría contar su experiencia en un medio de comunicación.
«Muchos pacientes tienen miedo a comentarlo porque no saben si finalmente necesitarán recurrir a la donación de gametos y eso dificultará la aceptación de su entorno, incluso del más cercano. Tampoco saben si llegado ese caso se lo dirían o no a su futuro hijo, y sienten que al contarlo, podrían comprometer lo que en un futuro ese niño vaya a oír», comenta la experta. «Nosotros les aconsejamos que digan que están haciendo tratamiento pero que decidan ellos cuándo y cómo y que lo hagan sin dar detalles, pidiendo únicamente apoyo, discreción y respecto, sin juicios ni comentarios», concluye López-Teijón.