OpenAI presentó a finales de octubre ChatGPT Atlas, su propio navegador web que llega para competir directamente con Chrome, Safari y otros exploradores que ya incorporan asistentes de inteligencia artificial. El anuncio no sorprende del todo si seguimos la lógica de expansión de las grandes empresas de IA, pero sí marca un nuevo capítulo en la batalla por controlar cómo accedemos a la información en internet.
Atlas está disponible por ahora solo para macOS, aunque OpenAI confirmó que pronto llegará a Windows, iOS y Android. El navegador puede descargarse desde su sitio oficial y funciona con cuentas gratuitas y de pago de ChatGPT. La instalación es simple y permite importar marcadores, contraseñas e historial desde otros navegadores como Safari o Chrome.
La propuesta central de Atlas es que ChatGPT está integrado en cada aspecto de la navegación. Un botón lateral permite invocar al asistente en cualquier momento para resumir páginas, explicar conceptos o ejecutar tareas específicas. El usuario puede seleccionar un texto, hacer clic en el botón de ChatGPT y pedirle que lo reformule, traduzca o amplíe sin salir de la página que está visitando.
Una de las funciones más llamativas es la memoria del navegador. Atlas puede recordar qué sitios visita el usuario, qué páginas consulta con frecuencia y qué acciones realiza dentro de ellas. Esto permite consultas más complejas y contextuales. Fidji Simo, directiva de OpenAI, ejemplificó esta funcionalidad en su canal de Substack. “Puedes pedirle a ChatGPT algo como buscar todas las ofertas de empleo que revisé la semana pasada y crear un resumen con las tendencias del sector para prepararme para entrevistas. ChatGPT puede recordar lo que has explorado y sugerir qué hacer después”, explicó.
El otro elemento distintivo es el modo agente, disponible solo para suscriptores de los planes Plus, Pro y Business. Esta función permite que ChatGPT ejecute tareas automáticamente en nombre del usuario. Puede buscar productos en distintos sitios, añadirlos a un carrito y completar una compra. Puede abrir documentos de trabajo, analizar información y compilar informes. Puede planificar eventos o reservar citas.
OpenAI implementó restricciones de seguridad para esta función. El agente no puede ejecutar código en el navegador, descargar archivos ni instalar extensiones. Tampoco accede a otras aplicaciones del dispositivo ni al sistema de archivos. Cuando se visitan sitios sensibles como bancos o plataformas de pago, el agente hace una pausa y solicita confirmación antes de realizar cualquier acción.
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Probé el navegador durante unos días. Personalmente me gusta su diseño simple y limpio, con una interfaz reconocible para el usuario, algo que juega a favor frente a la saturación de nuevas herramientas. La integración nativa de ChatGPT en cada instancia del navegador es fluida, y el modo agente, que realmente funciona muy bien, le da una sensación de asistencia constante sin interrumpir la experiencia.
Atlas se suma a una ola reciente de navegadores impulsados por IA. Perplexity lanzó Comet hace algunos meses, The Browser Company presentó Día, y tanto Google como Microsoft integraron sus asistentes Gemini y Copilot en Chrome y Edge respectivamente. Todos comparten una estrategia similar: transformar el navegador en un espacio conversacional donde la IA media constantemente entre el usuario y la web.
Hace algunas semanas escribí sobre esta tendencia en este mismo newsletter. Comentaba cómo Perplexity había ofrecido casi 30 mil millones de euros por Chrome, una apuesta que expone el valor estratégico que tienen los navegadores para las empresas de inteligencia artificial. Quien controla un navegador tiene acceso privilegiado al comportamiento humano en tiempo real. Puede ver qué leen las personas, qué buscan, en qué hacen clic, cuánto tiempo permanecen en cada sitio. Puede acceder a contenidos protegidos contra rastreos automáticos, incluso aquellos detrás de muros de pago.
Llamé a esto el nuevo Caballo de Troya de la IA. El navegador entra como un producto útil y gratuito, pero detrás de su uso cotidiano esconde una vía directa para alimentar modelos con información rica, actualizada y menos restringida. Atlas parece seguir exactamente ese patrón. OpenAI promete que el historial de navegación permanece privado y que el usuario tiene control total sobre qué se recuerda y qué se comparte. Pero la infraestructura está diseñada precisamente para que ChatGPT tenga acceso a todo lo que ocurre en el navegador cuando el usuario decide activar esa memoria.
Para las redacciones y los medios digitales, esta nueva generación de navegadores plantea desafíos concretos. Mucho del contenido que producen podría terminar siendo procesado por estos asistentes sin que eso se traduzca en visitas, suscripciones o ingresos. Atlas puede resumir un artículo completo en su barra lateral sin que el usuario llegue a hacer clic en el medio que lo publicó. Puede extraer información de múltiples fuentes, sintetizarla y responder directamente sin redirigir tráfico.
No sabemos aún cómo será la adopción real de Atlas ni qué tan rápido los usuarios migrarán desde navegadores tradicionales. Lo que sí sabemos es que estamos viendo cómo las mismas compañías que controlan los modelos de IA buscan ahora controlar también las herramientas que usamos para acceder a la información. Y eso debería hacernos pensar sobre qué tipo de ecosistema digital estamos construyendo.
Más info: ChatGPT Atlas
